Este era el título de un reciente artículo de La Vanguardia, y refleja la disparidad de la presencia de las mujeres no sólo en el ámbito de los estudios cientifico-técnicos (STEM) sino aún más en la etapa posterior de acceso al ejercicio de la profesión.Aunque merece la pena detenerse a leer todo el artículo y consultar las referencias que indica, quisiera destacar estos dos párrafos como síntesis:En la Formación Profesional, la cifra de matriculadas en cursos de informática está siempre por debajo del 20%, porcentajes que contrastan con las adhesiones de más del 90% a cursos de imagen personal o servicios socioculturales. El patrón se repite en la universidad. En el curso 2018/2019, apenas el 12% de matriculados en ingeniería informática eran mujeres, el 20% en telecomunicaciones o el 13% en aeronáutica. En carreras como medicina, humanidades o biología los porcentajes están por encima del 60%. Los gráficos muestran como diez años atrás los resultados no son muy distintos a los actuales.
La desigualdad persiste a la hora de entrar al mercado laboral y también en el momento de abandonar el trabajo. En la Unión Europea, solo una cuarta parte de las mujeres que han estudiado TIC acaban trabajando en el sector frente a un tercio de los hombres. Una de las explicaciones se puede encontrar en “el fenómeno de la camaradería masculina, conocido en inglés como brogrammer (brother+programmer). Es el segundo motivo más frecuente de abandono en el sector tecnológico, después de la maternidad”.
Probablemente, el hecho de que desde la infancia se asume que las mujeres tienen una predisposición o mayor sensibilidad hacia las humanidades, las artes, las ciencias sociales... mientras que los hombres se encuentran más a gusto rodeados de tecnología, mecanismos, maquinaria.... y todo eso se refleja en las actitudes de los adultos que están en contacto con los jóvenes durante su desarrollo, en los juguetes y en las expectativas que depositan sobre esas pequeñas mentes en desarrollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario